Irse de vacaciones puede considerarse como esa bocanada de aire fresco que el cuerpo y la mente necesita luego de haberse pasado meses enteros bajo el agua, es decir, bajo pilas y mas pilas por trabajo por hacer con el cual, por alguna antigua y desconocida ley de Murphy, nunca se puede cumplir a tiempo, como si un inmenso reloj corriera en nuestra contra sin darnos tiempo ni respiro.
Lo cierto es que, al estar tan desesperados por las vacaciones, lo que obtenemos, a menudo, es un desastre. ¿En que sentido? En el sentido de que todos creemos que, si no nos vamos antes y corremos por la carretera con nuestro auto alguien nos quitara nuestra porcion de paraiso.
Por ese motivo, tomamos las carreteras como si fueran pistas de formula Uno y corremos, corremos, libremente, salvajemente, de una punta a otra del pais, intentando superar a nuestros vecinos, a esas personas que comparten el asfalto con nosotros y que, por cierto, no nos han hecho nada.
Lo mas comun es que uno de cada cinco españoles regrese a su casa con su auto abollado y una factura por reparaciones que le costara meses pagar... lo cual no es el final mas adecuado para ninguna vacacion que se precie de tal.
Solo piense en la forma en la que debera trabajar horas extras para pagar ese arreglo, las horas que le quitara a su familia para poder trabajar, los fines de semana que perdera de ir a jugar al futbol con sus amigos, etc, etc, etc.
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